Nos estimula y nos entusiasma la misión con los jóvenes por ir comprendiendo el mandato de Cristo Jesús de «amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo (Lc 10,27). Como Comunidad nos sentimos convocados, dentro de la Iglesia, a la extensión M Reino de Dios y en concreto al servicio a la juventud, con preferencia la de menos recursos, y en los propios ambientes de vida (Const. no 1 y 51).

Nos motiva transmitir y compartir nuestra fe a través de nuestro modo de vivir, con un estilo hecho de gratuidad, de gusto por la dignidad de la persona, del joven, con todo el amor que sentimos hacia ellos y que hemos recibido gratis.

Finalmente, nos motiva la alegría de vivir no tanto pendientes de nosotros mismos cuanto de un proyecto que nos da sentido, vitalidad y alegría profundas al dejarnos sorprender por la visión del mundo menos acomodada que los mismos jóvenes transmiten.

Las dificultades y aun el sufrimiento, no impiden darnos desde lo que somos con nuestras cualidades y nuestras limitaciones, como contagio de la esperanza que despierta en nosotros la fe en Jesús. Creemos que en la Comunidad Misión‑juventud está una semilla sembrada por Él y sólo hace falta que demos la posibilidad de que crezca.